Específicamente en temas como enfermedad mental existe la teoría del etiquetamiento, que explica que los seres humanos aprenden percepciones respecto a aquellas personas con una enfermedad mental que luego se transforman en rótulos para etiquetar, clasificar y discriminar.

Estas concepciones se sustentan en las normas sociales establecidas para cada comunidad o grupo social. En el caso específico de las personas con trastornos mentales, dichos rótulos, estereotipos o concepciones se refieren comúnmente a la eventual peligrosidad, debilidad y pérdida de autonomía de estas personas. Lo anterior lleva a que se generen actitudes y actos discriminatorios de rechazo hacia ellos.

Cuando se está en contacto directo con personas que tienen una necesidad de cuidado de su salud mental, se debe contar con aptitudes que impliquen el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, además de formación para conocer aspectos de manejo, de manera que puedan apoyar adecuadamente a la persona cuidada. Solo cuando existe este equilibrio entre el conocimiento y el buen hacer se puede hablar de un adecuado cuidado y atención de la persona con enfermedad mental.

El cuidado es una acción que parte de la relación entre los seres humanos, es un acto que abre la perspectiva del otro y que ayuda a entender sus necesidades, intereses, su forma de actuar y de ser. Por ello, los cuidadores deben tener cualidades que les permitan cultivar una buena relación con la persona cuidada para facilitar la ejecución de sus actividades cotidianas. Un cuidador es una persona que desempeña tareas de apoyo social, físico y emocional.

Cuidar a personas con diagnóstico de enfermedad mental puede ser gratificante, pero estresante y desafiante, aunque es una labor que otorga muchas recompensas. Sin embargo, suele ocurrir un cambio de roles y emociones. Es natural sentirse enojado, frustrado, exhausto, solo o triste. El estrés del cuidador que es el estrés emocional y físico que conlleva el cuidado, es más común de lo que se cree.

Es importante recordar que cuidar de la propia salud mental le permitirá al cuidador ser más efectivo, más feliz, para proporcionar un mejor apoyo a la persona cuidada. El autocuidado no es un acto egoísta, es una necesidad para mantener un equilibrio emocional mientras cuida de otros.

Cuando algún miembro de la familia presenta un padecimiento mental y un familiar asume el rol de cuidador, el apoyo familiar y social es elemental para afrontar con éxito la nueva situación de cuidado y el impacto que esto ocasiona. Es evidente que en la funcionalidad familiar el apoyo social juega un papel importante en personas que padecen alguna enfermedad mental y en los cuidadores. No sólo por el estado emocional y físico del cuidador y la persona cuidada, sino también porque estudios han demostrado que en las personas con enfermedad mental el apoyo constituye una mejor percepción de funcionalidad familiar, lo que permite disminuir la probabilidad de recaídas y hospitalización.