El Sistema de apoyo familiar

Apoyando familias

Una de las preocupaciones que me acompañan en esta labor de orientación, es la tendencia a la fractura, a la división al interior de las familias a las que acompaño, como respuesta a la nueva circunstancia de cuidado derivada de la enfermedad, el accidente o el deterioro.

En este sentido, pensemos que los impasses en la salud que afectan la autonomía física o mental, son situaciones afectivas nuevas que hay que entender, asumir y administrar para convertirlas en retos de trabajo co-responsable, generadores de bienestar pero no de sufrimiento.

Una mala noticia sobre la salud de un ser querido, o la toma de conciencia sobre la disminución acelerada de la autonomía física o mental de un abuelo o de una mamá, por supuesto que tienen consecuencias emocionales sobre el grupo familiar no necesariamente amables. La reacción esperada de cada persona por supuesto será diferente, haciendo que individuo y colectivo empiecen a comportarse distinto.

En la red de apoyo natural que es una familia, hay personas y hay relaciones de personas y todas, absolutamente todas, son convocadas o invitadas casi que de manera obligada a participar en un reto colectivo de salud para el cual no fueron formados. Temas biológicos o físicos, temas emocionales, sociales y espirituales, empiezan a requerir una necesidad de manejo especial para evitar esa división casi natural que he mencionado al abrir este corto escrito.

Es aquí, donde generalmente se insinúa, se escoge, se propone o asume liderazgo, alguien a quien vamos a llamar cuidador. Me refiero a esa persona que intenta organizar a la familia y asumir ciertas responsabilidades que la situación de cuidado exige.

Temas operativos, económicos y afectivos empiezan a aparecer, probablemente con cara de dificultad, antes que de reto. Es justamente la llegada de este tipo de cargas, la que también acaban proponiendo la fuga, a algunos de los miembros de la familia.

Por esta razón, mi primera recomendación, dada la circunstancia, es aceptar que esa persona que está asumiendo el rol de cuidador, no se puede quedar sola, abandonada y que por lo mismo la tensión generada por el impasse de salud, debe ser trabajada como un reto colectivo que puede ser vivido solidariamente.

Lejos de convertirse entonces la situación de cuidado en una dificultad, puede convertirse en un importante reto que estimule la unidad familiar a partir del compartir ordenado de cargas y responsabilidades que ya no en una red de apoyo, sino en un sistema de apoyo familiar, genere por si mismo bienestar a la persona cuidada, al cuidador y a los miembros de la familia.

Diego Anzola Chiappe

Gestor de la Alianza para el Cuidado, junto con Delta A. Salud, empresa BIC 

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