La doble condición de ser mujer mayor con enfermedad crónica y desempeñar un papel de cuidadora de familiar puede tener un gran impacto en la salud y calidad de vida, tal y como se expone en el estudio ‘Impacto de la enfermedad crónica en mujeres mayores cuidadoras’, realizado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP).
Este análisis exhaustivo, realizado en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, busca destacar los desafíos que enfrentan las mujeres mayores cuidadoras con enfermedad crónica, así como impulsar cambios estructurales que promuevan la atención biopsicosocial de las mujeres que tienen el doble papel de mujer cuidadora y con enfermedades crónicas complejas.
En relación al estado de salud, aunque las cuidadoras presentan el estado de avance de la enfermedad crónica principal menos avanzado (5,7 de media frente a 6,8 en las no cuidadoras), su percepción sobre su salud es significativamente más negativa:
- Un 31% de las cuidadoras califican su estado de salud como “malo” o “muy malo”, en contraste con el 20% de las no cuidadoras y el 17% de los hombres
Estos datos reflejan “cómo las demandas físicas y emocionales del cuidado intensifican su percepción de limitaciones físicas y psicológicas y afectan negativamente a su bienestar”, advierten desde la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP).
Por otro lado, un 35% de las cuidadoras reporta una sobrecarga de los cuidados muy alta. El informe destaca que las mujeres destinan 7 horas al día de media al cuidado, mientras que los hombres 3 horas. La mayor parte de las tareas realizadas por mujeres cuidadoras (que ocupan un 60% de su tiempo) son a los cuidados personales como lavarse, acostarse, levantarse, vestirse y alimentarse, pero además realizan un 40% de tareas domésticas y de soporte general. Este patrón es incluso más marcado cuando se comparan con las mujeres no cuidadoras: estas últimas solo asumen un 20% de tareas de cuidado personal, centrándose más en actividades organizativas y asistenciales.
En este punto, desde le POP se incide en que “la cronicidad junto con el rol de cuidados y la condición de mujeres (por las desigualdades en los roles de género) generan una severa limitación del tiempo para sí mismas, lo que pone de manifiesto la necesidad de implementar medidas de apoyo para aliviar este esfuerzo y para su salud, cuidando a las cuidadoras”.
Prestaciones económicas, tareas domésticas, autocuidado y satisfacción vital
El informe destaca también que las mujeres mayores cuidadoras tienen un acceso limitado a prestaciones económicas, lo que agrava su vulnerabilidad. Esta situación se ve exacerbada por los prolongados tiempos de espera para recibir ayudas de la Ley de Dependencia en España, con una media de 324 días. Estas demoras no solo afectan la calidad de vida de las cuidadoras, sino que también incrementan su carga económica y emocional, al no disponer oportunamente de los recursos necesarios para desempeñar su labor de cuidado
A ello se suma que las mujeres cuidadoras dedican un 40% de su tiempo a tareas domésticas, además de los cuidados personales, ampliando su alcance a redes familiares más extensas. Esto contrasta con los hombres, quienes limitan sus cuidados al núcleo inmediato, reflejando desigualdades de género en la distribución de responsabilidades.
Esta doble carga de cuidar y ser mujer influye en una menor adherencia a tratamientos médicos (64% frente al 78% en mujeres no cuidadoras) y limita significativamente su capacidad de priorizar la atención a su propia salud. También se desprende del estudio que las no cuidadoras cuidan más su salud, siendo más adherentes a la medicación y siguiendo las indicaciones y cuidados indicadas por su médico.
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